Algo raro sucedía
alrededor de ese bebé. Cada vez que lloraba, se sentía una extraña atmósfera,
una especie de perturbación en el aire. Lo único de lo que podían sus padres
estar seguros era que su llanto incitaba a los de más a sentirse tristes. Lo
bueno era que su risa también contagiaba a los demás. Pero no en el sentido de
simple alegría que sienta uno por ver feliz a su hijo, no, era algo más…
El chico crecía de a poco. Ya a los 6 meses sus padres
decidieron ir a un psicólogo.
-Y eso es lo que pasa. ¿Qué cree que podría ser?-
-Bueno, es natural que ustedes, por ser sus padres se
sientan más conectados hacia su hijo. De hecho los bebés son influenciados por
los sonidos que escuchan, incluso antes de nacer, en la conexión con su madre.
Lo que sienten es un efecto emocional, agravado por los problemas familiares
que vivieron antes del nacimiento del chico. Ahora que él nació y ven como su
familia se recompone, el les produce un efecto emocional.-
-No nos entiende… ¡Papá, pasá, necesitamos que el doctor vea
a Angelito.-
Su abuelo entró a
la habitación con él en brazos y lo puso en manos de su madre. Ella comenzó
hacerle cosquillas y su risa, junto a la peculiar sensación de molestia se
sintió en todos ellos, incluso el analista, que reía como todos sin entender.
-Su hijo es muy especial-
Y así fueron de científico
en científico, a los tres años ya no les importaba la disciplina de que se
trate. Incluso les dijeron que lo que sentían estaba dado por las distintas
variaciones en las frecuencias de sonidos emitidas por el niño, en función de
las cuales variaban sus sensaciones psíquicas, y su cuerpo tendía a
somatizarlas.
A los seis años
descubrieron que tenía un interés particular por la música. Sin hallar a nadie
que pudiera dar nombre a la cualidad de su hijo, aprendieron a aceptarlo con
ella.
Resultó ser un
talentoso cantante. A los 8 les pidió a sus padres que lo mandaran a estudiar
canto.
-¿Qué tipo de música te gustaría cantar?-
-Puedo cantar cualquier cosa, pero me gustan las canciones
de amor.-
-Que tierno… Necesito escuchar tu voz, ¿cantarías una para
mostrarme?-
Después de esa
clase, cuando sus padres fueron a buscarlo, su profesora supo darles lo más
cercano a una respuesta.
-Su hijo es especial… es especial porque tiene un don
maravilloso para interpretar canciones, no me pidan que les diga lo que es,
sólo puedo decirles que refleja lo que es como si reflejara lo que siente al
cantar, o lo que canta, hacia la realidad-
-¿Cómo es eso señorita?-
Cantá Ángelito, cantá, y no olvides lo que aprendiste,
concentráte en la canción, sentí la música, dejate llevar. Respirá tranquilo,
son tus papis, disfrutálo. Disfrutemoslo todos…-
A medida que
Ángel se concentraba, brillaba cada vez más intenso a su alrededor un
resplandor blanco.
Comenzó a cantar,
se sentía una brisa cálida, más o menos intensa al tiempo que cantaba notas más
altas o más bajas.
En un momento, y
sin saber muy bien desde cuando, sus espectadores se vieron sentados en la mitad
de un salón lleno de sillas, aunque eran los únicos que veían como una tenue
luz dorada iluminaba al chico, que cantaba en el centro de un escenario.
Tan pronto como terminó de cantar, fueron devueltos a
aquella calle, allí frente a la puerta de la casa donde, en un principio,
habían ido a buscar a su hijo.
-Fue increíble.-
Ángel siguió
tomando clases de canto, sus padres, orgullosos de él por su talento y
cualidades, nunca pensaron en impedírselo, y él seguía progresando en su
técnica. Aprendió a regular y controlar el aire, aprendió los conceptos de voz
de pecho, voz media, voz de cabeza y falsete.
Para los 21 ya
entendía muy bien su capacidad, aunque ya hacía tiempo que no la mostraba a sus
amigos, sus padres le habían dicho que no estaba bien presumir, y tan pronto
como lo entendió, dejó de usarla con ellos. Sólo la reservaba a la familia en
las reuniones de cumpleaños y esas cosas.
Eso hasta que
realmente encontró una razón para usarla, ese día realmente sentía que quería
hacerlo, y que era una excelente razón, que para eso sí podía usar sus
cualidades.
-No sé ángel, no sé, sos muy tierno y todo, pero sos mi
amigo, y la verdad es que no sé si estoy dispuesta a arriesgar eso.-
-Yo te amo Lu, te amo porque siento que me diste una razón para
existir, porque siento que con vos puedo ser yo mismo, porque sé que con vos
puedo cumplir mis sueños, porque tu voz tan dulce y tu mirada tierna son
siempre mi consuelo… dejá que te demuestre que puedo darte un mundo lleno de
felicidad.-
-Pero…-
-Te voy a dedicar mi canción favorita.-
Sin más que
decir, sabiendo que estaba usando su último y más valioso recurso, pero con
toda fe, procedió a concentrarse. En un movimiento de sus brazos al despegarse
de su cuerpo, un resplandor azul lo rodeó.
Un ensamble de
piano comenzó a sonar nítido en el aire, tres segundos después comenzó la percusión,
al cuarto se le unieron la guitarra eléctrica y, casi imperceptible, la
acústica, juntos tocaban la introducción de aquella canción.
Habían aparecido
en una playa, era un día despejado de nubes, el cielo radiante de azul, las
olas se oían suaves en su golpeteo contra la orilla. Ángel comenzó a cantar y
una brisa comenzó a correr. Lu observaba sin entender mucho como sucedió, pero
no rechazaba esa sensación.
El coro de la
mismísima canción lo acompañaba en su canto. Él le extendió su mano sin tocarla,
compartían el resplandor azul, se acercó a ella sin tocar sus labios, él miró
hacia el cielo. La luz que la rodeaba se concentró en su pecho a la altura de
su corazón, desde donde parecía emerger en forma de estrella. Luego la soltó
suavemente.
Seguían mirándose
mientras el mar invadía toda la superficie del suelo. Ya sentían la piel del
agua en sus pies cuando los ojos de ella se tornaron azules. Luego se elevaron
alto en el cielo al tiempo que se lo veía oscurecer. Fue entonces que Lu se
percató de que la apariencia y la voz de Ángel habían cambiado.
-No puede ser… es igual a…-
Él hizo un gesto
con las manos y ella voló al cielo para caer en segundos como estrella fugaz,
regresando luego a la tierra junto a él siendo humana. Luego se encogió por
unos instantes, viéndose como la niña que fuese 9 años atrás. En cuanto a él,
llevaba un traje blanco y dorado con una capa azul. Luego se proyectó sobre
ella un rayo de luna, y se vio provista de un largo vestido blanco. Segundos
después, el rayo desapareció y comenzaron a llover gotas de agua de un intenso
y brillante azul.
A los 27 segundos
se formó un lazo de luz azul entre ellos, parecía que a él le daba energía. El
solo de guitarra eléctrica, momento especial para ese beso. Cuando empezó la
cuarta figura del solo se detuvo, sabía que el coro le daría la señal para
cantar. De hecho el mismo cantó con ellos en esa entrada, para luego seguir él
mismo con el estribillo, dos veces el estribillo, en sus dos partes; la segunda
vez en la tercera octava.
Mientras, ella lo
escuchaba maravillada, dejándose llevar por sus movimientos, por todos y cada
uno de sus gestos. Escuchaba esos juego de notas; tan idénticas al original, tan
vívidas, tan reales. Con una de ellas terminó la canción.
La playa, las olas y
la brisa desaparecieron, y Ángel volvió a verse como antes.
-Lu, ¿serías mi novia?-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario