Una brisa
de inspiración me sobreviene, siento activarse mi energía creativa, veamos
juntos que traen los vientos del destino. Al cerrar los ojos veo montañas, montañas
verdes, parece un bosque. Lo envuelven las nubes que acompañan un cielo azul.
Veo allí
abajo entre los árboles, subiendo una de las montañas, a cinco personas: dos
niños, una niña y dos adultos. Los Tres niños tomados de la mano, caminan por
detrás del hombre y la mujer, que caminan también juntos por su lado.
Eso, es
todo lo que la brisa de inspiración me trajo, un ambiente muy pacifico. Pero un
cuento no existe sin un conflicto. Debo concentrar mi energía para crear uno,
aunque me dé pena quebrantar su paz… Ahora
están entrando a una cueva, oculta entre la maleza crecida bajo los árboles.
Perfecto, veamos qué puedo hacer.
Se encontraron con el viejo
maestro Xi, sentado en una saliente de la pared derecha. Apenas se lo notaba
entre la oscuridad, por su barba blanca.
-Pero si es la familia wan… ¿Qué buscan aquí?-
-Honorable maestro Xi…- Decía el padre humildemente. –Hemos venido por
su ayuda. Requerimos el poder de la rata para ayudar a Wan Meilí.-
-De modo que la abuela Wan requiere mi ayuda… y ahora envía a su
descendencia a buscarme.-
-Sí, no puede moverse, los doctores dicen que ya no volverá a caminar…-
Explicó tristemente la niña.
La expresión del maestro Xi
mostraba una fría sonrisa de satisfacción. La mujer que hace tiempo lo había
rechazado, hoy suplicaba la ayuda del guardián de la rata, y los poderes de su
talismán.
Un buen giro y una idea para desarrollar,
perfecto, con esto la historia puede ir para adelante. El comienzo de una
segunda historia, o el final por escribirse: depende de cómo se vea. Por lo
pronto, sería bueno un flashback, pero despacio… de a poco… algo como…
El anciano no podía olvidar
aquella vez en el mercado. Entre tanta gente que iba y venía alborotadamente
por aquellos angostos pasillitos de tierra, la vio. Estaba comprando un juego
de té.
Mientras él pasaba por entre
la masa, ya cerca de ella, pudo notarla caer, se habría tropezado. Xi volvió
bruscamente sobre sus pasos Para llegar a tiempo a salvar la frágil compra de
la joven, liberando sus manos para que pudiera sostenerse.
-¿Está bien señorita?-
-Sí, muchas gracias-
-Aquí tiene. No debería usted andar sola por aquí, podría perderse,
ofrezco acompañarla, al menos hasta salir del mercado-Y así la guió por entre la
multitud hasta las afueras del lugar.
-Dígame gentil señorita, su nombre es… -
-Me apellido Wan, me llamo Melí.-
-Yo soy Xi, Xi Makian. ¿Podría tal vez algún día tomar el té con usted
señorita? Sería para mí un honor.-
Con una mirada a su compra,
la joven se percató de que el juego de té no estaba completo, como al salir de
la tienda. Faltaba una cuchara.
-Joven Xi, un hombre que no puede siquiera asegurar que nada le ocurra
a mis pertenencias en un mercado, no merece tomar el té conmigo.-
Desde entonces, Xi Makian se
abocó al entrenamiento como guerrero en aquellas montañas, donde alcanzado el grado
de maestro del Kung fu, le fue asignado el cargo de guardián de la rata.
-Aunque accediera a darle mi ayuda, no puedo hacerlo sin el consentimiento
del maestro mono. Tendrán que viajar hasta su templo y traerme su permiso, sólo
él puede autorizar a los demás guardianes-
-Pero el talismán es suyo señor…-
-Sí, pero sólo tengo permitido usarlo para la protección de este
templo.-
Bien, el conflicto está planteado, las dos
historias presentes. Ahora el viaje de la familia. Podría omitirlo, Pero tal
vez sería mejor mostrar una parte de él. ¡Pero a donde fueron… se están
desviando, ese es el desierto, si no los ayudo a reencausarse, se van a perder
y nunca van a encontrar los bosques!
Pero un autor no puede intervenir bruscamente
en una historia... aunque de verdad necesitan mi ayuda. Tengo que bajar, pero…
¿Cómo podría ayudarlos sin ser demasiado brusco y perder el sentido del cuento?
Existe un recurso que la literatura
fantástica usa especialmente en casos como este, pero para ser sutil, debo
adaptarlo. Veamos, estamos hablando de China… ¡Sí, por supuesto. Ya sé que
forma adoptar!
Y entonces, una tormenta de
arena los encontró desprevenidos. Cubriéndose unos a otros con sus ropas,
tosían irrefrenablemente mientras un remolino se formaba en su camino. A medida
que la velocidad del viento bajaba, se les revelaba en el ojo del torbellino la
figura de un pequeño dragón, que se mantenía a dos metros del suelo.
-¿Hacia dónde se dirigen, nobles viajeros?-
-Al templo del mono…- Me respondió uno de los niños -… ¿Quíén eres tú?-
-Se me conoce como el dragón del aire, guía de los caminantes. Estoy
aquí porque han equivocado el rumbo, Wan.-
-¡¿Pero cómo puede ser?! ¿Habremos bajado por el lado equivocado de la
montaña?-
-Véalo usted, señor Wan: Llevan ya bastante tiempo caminando por este
desierto.-
-¡Tenemos que volver!-
-Puedo llevarlos al bosque del mono. Pero si se pierden estando dentro,
no podré ayudarlos más.-
-Por favor…-
-Pídalo.-
-Quiero estar con mi familia en el bosque del mono.-
El deseo fue pedido, pero necesitaré muchísima
energía creativa para pasar de ese desierto al bosque… Dónde se ha visto que en
un desierto crezcan árboles. En fin, el dragón del aire no puede negarse al
deseo de un viajero, así que lo tendré que cumplir. Aquí vamos…
-¡Sosténganse Wan!-
Y el remolino volvió a
formarse en torno al grupo y el dragón. Mientras los humanos se cubrían, la
criatura…
Mmm… es algo difícil…Tal vez podría usar
la filosofía griega del origen de los elementos. Los presocráticos atribuían la génesis de todas las cosas al agua o al aire, dos de los elementos con los que
se asocia al dragón.
…la criatura lanzó una ráfaga sostenida de viento huracanado por todo
su derredor, regulando la presión de aire. Allí donde soplaba con menor
presión, abarcando espacio, crecían pastos verdes, unos altos, otros bajos.
Mayor presión creaba árboles, que se alzaban formando el bosque. Frente a
ellos, un frondoso árbol extendía sus ramas en todas direcciones. En la base de
su tronco se veía en bajo relieve la figura de un mono.
-Señores… - Decía el dragón al tiempo que la velocidad del torbellino
decaía –Están ahora ante el templo del mono. Ahora debo irme-. Tan súbitamente
como se les había aparecido, lo vieron desvanecerse en la brisa.
¡Uh, eso fue muy complicado! Espero que
puedan seguir por sí solos después de eso, porque una vez asumido un personaje,
no puedo tomar la forma de otro sin alterar la historia. Ahora, para corregir
el desastre que me obligaron a hacer, tengo que poner en otro lugar el desierto
en que estaban. Supongo que con moverlo un par de kilómetros estaría bien. Unos
20 km. Sí, con eso es suficiente. Es
una suerte que ya haya hablado del desierto en la historia…
-Está bien… les daré permiso, pero sólo por honrar mi amistad con el
maestro Xi.-
-Gracias, noble guardián mono…-
-Descansen viajeros, no creerán que los dejaría emprender viaje ahora
que está cayendo la noche.-
Muy sabio, maestro mono. Ahora podré
evitar que se pierdan de regreso. Sé que dije que ya no los ayudaría, pero es
mejor asegurarme.
Esa noche, poco tiempo antes
de recostarse en aquella cama de hojas, Wan padre tuvo un sueño. Podía ver al
dragón del aire, volando desde el templo del mono al de la rata, bordeando el
desierto y por sobre los grandes picos.
A la mañana siguiente partieron
todos. Guiados por la visión de su líder, los Wan regresaron al templo de la
rata en menos de 12 horas.
-Maestro Xi, obtuvimos la autorización del mono, señor-
-Déjenme leerla… Según dice el mono, yo debo bajar con ustedes al
poblado.-
Esta era la oportunidad que
esperaba el anciano Xi. Hacía 50 años que no veía a su amada Meilí. Este era su
único pensamiento mientras retiraba el talismán de la rata de su refugio en una
pequeña cavidad al fondo de la cueva.
Ah, bien, bien, lo único que faltaba era
que necesitaran mi ayuda para volver a su casa. Perfecto, ya llegaron, sólo
tienen que llegar a la abuela, que está en la habitación al fondo de esa sala.
Bien, muy bien…
-¿Eres tú, Wan Meilí?-
-¡Shí Makian! Se rumoreaba entre las familias del poblado, que habías
partido hacia los grandes templos, pero nunca creí esa historia.-
-Ahora soy el guardián de la rata, ningún movimiento puede
sorprenderme, puedo verlos antes de que ocurran.-
El tono de reproche no pasó desapercibido para la abuela Wan.
-¿Quieres decir que todo eso fue por lo que pasó en el mercado?-
-Tú me rechazaste Wan Meilí, así que decidí entrenarme para que nada
más se me escape en esta vida. Y hoy tu familia me pide ayuda para devolverle
la vida a tus piernas inmóviles.-
-Le demostraría mis respetos en reverencia, maestro Xi, si pudiera
levantarme de esta silla…-
Aquella era una expresión de
autentico martirio para la pobre anciana. suficiente para el maestro.
-Atrás.- Dijo, mientras sacaba el talismán de entre sus ropas. Al
presionarlo suavemente contra las piernas enfermas, comenzó a recitar cánticos
repetitivos en tono bajo; un mantra que duró varios minutos.
-Puedes levantarte Wan Meilí.- Anunció Xi al retirarle la roca.
Tímidamente, la abuela
apoyaba su peso en las piernas. Cuando descubrió que podía pararse, comenzó a
caminar. Sin dolor ni molestia alguna, giraba sobre su nueva posición frente a
la puerta, para mirarlos a todos, y en especial al maestro Xi.
-Xi Makian, ¿te gustaría tomar el té conmigo?-
Y así termina. Perfecto, ahora lo único
que le faltaría es el título. Uno corto, que englobe toda la historia en pocas
palabras… ¡Claro! Será
La rata.