Escrito el 01 de abril de 2013
“La palabra tiene poder”, decía Celina. Celina, un nombre que Carlos creyó que jamás volvería a escuchar. Por cinco años, jamás lo escuchó, hasta aquel fatídico día.
Carlos Fue el primero en llegar a su estudio, se tomó su tiempo para
acomodar papeles, prepararse un café, revisar el trabajo pendiente. Dejó su
llave a mano, en una hora llegarían los demás.
Para Carlos, pocos
momentos eran mejores que ese. Solo en el estudio, sin el alboroto de su
secretaria corriendo de un lado para el otro, sin su socio interrumpiendo su
trabajo para contarle cada detalle de su vida, sin los disgustos por el
principiante que lo llame cada dos por tres para corroborar el cierre de algún
balance, sólo para corregir los errores que cometía en un 50% de las veces. No,
este era su momento de paz.
Y aquel, aquel
era el sonido del timbre marcando su final. Tomó las llaves y fue a abrir la
puerta.
-Buenos días señor.-
-Buenos días Mariana.-
-Ah, ahora que me acuerdo, ayer llamó el señor Soler, para
preguntar si podía pasar hoy a dejar sus facturas. También de Panetario SRL,
preguntan por su balance, y también…-
-Tu memoria es sorprendente Mariana, ya leí tus notas.-
-¿Cierro señor?-
-No, dejá abierto, que vaya entrando la gente.-
A los pocos
minutos entraba Rubén, corriendo hacia él como si su primer y más importante
fin fuera abordarlo.
-¿Cómo empezamos el día querido socio?-
-Bien, ¿vos?-
-¡No podía ser mejor, ayer nació mi hija!-
-¡Ah, que bien.-
-¡Felicitaciones al nuevo papá!- Se oía desde la oficina de
Mariana.
-¿Sabés cómo se va a llamar?-
-¿a ver, cómo?-
-Celina, me encanta ese nombre.-
Carlos quedó como
petrificado, sus ojos en blanco, no movía un solo músculo, mucho menos podía
hablar. Ese nombre retumbaba en su cabeza, golpeando como un martillo,
amenazaba con romper el cristal que lo protegía de un recuerdo que hubiera
preferido olvidar.
-¡¿Carlos, qué te pasa?!-
-Nada Rubén, nada, vos revisá el balance que cerró ayer
Ariel, si llega avisame, yo lo recibo. Voy a revisar lo de Lunati.-
Los resúmenes de
tarjeta de crédito de Lunati eran prioridad, eran para el informe del día,
Lunati tenía pagada la mitad del presupuesto. además estaba Soler, Soler.
-Señor, ¿llamo a Soler por lo de las facturas?-
-Lo llamo yo Mariana, quedate tranquila-
Tomó el teléfono sin
pensarlo, era algo que él debía hacer, sino corría el riesgo de encontrarse
ocupado cuando llegara Soler. Pero antes de que pudiera marcar el primer número…
-Carlos, llegó Ariel-.
Cuando fue a recibirlo se dio cuenta de que el chico
sostenía un papel.
-A ver Ariel, ¿Qué es?-
-Es para Mariana.- Dijo él, alejando el papel de sus manos.
-Ah, para Mariana… Bien, pero te recuerdo que este es un
estudio contable, no una sala de citas.-
Carlos hizo todo
lo posible por continuar como siempre, aunque el recuerdo de ese nombre
taladraba su cabeza. Celina, Celina,
Celina, Celina. Celina lo distraía, Celina preocupaba a los demás, que lo
desconcentraban preguntándole una y otra vez qué le pasaba.
Alrededor de las cinco de la tarde, cuando ya todos se iban,
Mariana se le acercó.
-Señor, sé que nunca habla de su vida, y no me sorprendería
que no quisiera hablar conmigo, pero quiero que sepa que si alguna vez quiere
hablar, puede hablar conmigo. Y si quiere, no voy a hablar con nadie de lo que
me diga.-
-Te agradezco Mariana, pero no tengo nada que decir, podés
irte.-
-Adiós señor.-
Y así veía como
Mariana se alejaba hacia la puerta. Estaba a mitad de camino cuando se le cayó
un papel.
-Mariana, se te cayó esto.-
-Ah, gracias señor, es un poema que me escribió Ariel, puede
leerlo si quiere.-
Por qué habría de
leerlo, no le correspondía. Y por otro lado, si no le correspondía, por qué
ella le ofrecía que lo leyera.
-¿Estás segura?-
-Sí señor.-
Tomó el papel sin mucho interés y comenzó a leer.
Te entrego estas
simples palabras
palabras que hace
tiempo quiero decir
y liberarlas así de
su encierro
palabras que nacieron
con el sonido de tu
voz
y la luz de tus ojos
palabras simples,
sencillas
pero poderosas.
Sí, porque las
palabras tienen poder
para herir o lastimar
para ofender o
maltratar.
para dar felicidad o
reconfortar
pero mis palabras
estas palabras que
hoy quiero decirte
hacen más que eso.
No terminaba de
leer el poema cuando recordó aquella tarde de primavera cinco años atrás.
Celina y él discutían en el jardín de su casa.
-¿Yo frío? no soy frio, vengo cansado de trabajar, trabajar
para que tengamos un nivel de vida más o menos aceptable.-
-Así no se vive Carlos, no es así como se vive.-
-¿Ah no, y cómo entonces, cómo se vive si no es con el
dinero?-
-Con felicidad, prefiero vivir feliz y pobre que triste y
rodeada de billetes. La felicidad no se compra Carlos.-
-¿Sos feliz escribiendo tus cuentitos, quien te creés que
los banca?-
-Sí, soy feliz escribiendo mis valiosos cuentos y poemas,
soy feliz haciéndolos y publicándolos, soy feliz por cada genuina sensación que
mi obra desprende de mis lectores. Y no necesito dinero para publicarlas, el
significado de la palabra “publicar” no es otro que el simple y mero hecho de
hacer público. Sólo con eso obtengo una felicidad mayor de la que podrían darme
todos tus billetes.-
-Entonces podés irte.-
-¿Sabés cual es tu problema? Tan preocupado por el trabajo,
el trabajo, sólo el trabajo, siempre inmerso en tus números y estadísticas. Dónde
está el hombre que apreciaba mis cuentos y poemas, que me pedía celosamente que
escribiera sólo para él. Donde está la persona de la que me enamoré.-
-Murió cuando trataba de esforzarme por darte una vida mejor
y se me acabó el tiempo para leer tus cuentitos.-
-Esta no es una vida mejor Carlos, moriste en el intento.
Adiós.-
-¡Adiós ingrata!-
-¡Te di mi mente, cuerpo y alma, y así me lo pagás!-
-¡Jamás pagué nada por tus palabritas!-
-Claro… ¡Te tengo malas noticias Carlos, nunca vas a
olvidarme, jamás!-
-¡¿Por qué, sólo porque lo digan tus palabras escritora?!-
-La palabra tiene poder Carlos, la palabra tiene poder.-
Continuó leyendo
aquel poema, comenzaban a resaltarle palabras y versos como “Frio mundo de
entes irreales”, “amor prohibido”, “El rey del conteo”, anhelo, libertad,
unión, y una palabra que ya había leído, felicidad. Al final, dos simples y
sencillas palabras, “te amo”.
Y la verdad es
que ya no se sentía como antes de tomar ese papel, ahora estaba triste,
culpable, arrepentido, nostálgico. Por primera vez en la vida se vio obligado a
admitir aquella verdad que se negaba a ver. Celina, a quien de hecho recordaba,
tenía razón, la palabra tiene poder.
No ocultó su llanto.
-Mariana… no olvides el poema, es tuyo.-
-Gracias señor. ¿Está bien?-
-No, pero ya se me va a pasar, no te preocupes.-
-Señor, si quiere hablar…-
-Debés estar apurada, no quiero…-
-Tengo tiempo señor.-
Así que procedió a contarle la historia, tomándose su tiempo
para asegurarse de que ella lo entendiera muy bien. Cuando terminó ella dijo.
-Espero que pueda volver con ella señor.-
-gracias Mariana… Ah, y decile a Ariel que puede traerte los
poemas que quiera, pero que por favor no los confunda con los papeles de
oficina ¿sí?-
-Muchas gracias señor.-
Me reí mucho con la parte en la que le dijo el nombre de la futura bebé!
ResponderBorrarLa poesía fue emocionante. Es de tu autoría? Es del tipo que te puede transportar a cualquier lado, como al protagonista. Yo extrañamente viajé a mi casa de Santa Fe hará unos 6 o 7 años atrás a jugar con mi perro.
Lo otro que me encantó fue que pusieras una frase tan fuerte y cierta: "La palabra tiene poder Carlos, la palabra tiene poder."
(No sé si se nota que comento mientras releo, así no me olvido de escribirte nada!)
Amé el final. Lo cortaste en el momento exacto.
Querido amigo, un cuento sublime. Creo que es el mejor adjetivo que encontré. Tuvo todo, romance, desencuentros, amistad, mucho de lo cotidiano, momentos de tensión y de "dejar fluir"... Me encantó.
Gracias Ada... sí, el poema es mío; de hecho tuve un problema porque en el borrador del cuento, de hace ya tiempo, como se ve por la fecha que figura en la entrada; tuve que dejar de escribir justo antes del poema, porque no tenía espacio y no conseguía más superficie donde escribir. Así que al pasar en limpio por computadora para publicarlo ya tenía muy lejos la primera idea de lo que quería escribir, por lo que tuve que reinventarlo.
BorrarSí, de hecho se ve que no querías olvidarte de nada. Me alegra mucho que te haya gustado... En cuanto a la frase que se repite, es ese el mensaje que quiero dejar, la palabra tiene poder, no la subestimen. Gracias por tu opinión sobre el final, hay quien me ha sugerido que lo cambie, que termine antes, pero tus palabras confirman que mi propósito se cumplió y mi cuento tiene aceptación tal cual es. Gracias Ada.
Sí, si era lo que buscabas con ese final, lo lograste. No es nada, solo te di mi opinión :)
BorrarUn gran viaje de autodescubrimiento en tan poco espacio! Me gustó además el lenguaje que estás empezando a trabajar, más oral, más suelto y directo. Lo disfruté mucho.
ResponderBorrarMuchas gracias Fran. Pienso llevar este cuento hoy.
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